Choco aún tenía el cordón umbilical fresco, lo que indicaba que acababa de nacer. Lamentablemente, al no haber tenido la oportunidad de tomar calostro, las posibilidades de supervivencia de Choco eran escasas.
Sin embargo, contra todo pronóstico, Choco demostró ser un luchador. Creció fuerte y sano, convirtiéndose en un gran carnero. A medida que crecía, también comenzaron a manifestarse sus travesuras y su carácter rebelde. Desde muy joven, Choco mostraba signos de tener un temperamento fuerte y, a veces, se volvía un tanto agresivo. Incluso a la corta edad de un mes, ya comenzaba a embestir a las voluntarias que se acercaban a él, lo cual requería estar atentos y tomar precauciones al estar cerca de él.